Era el año 2019. Había pasado
solo un año desde la última entrega de la franquicia mutante de la mano de 20th
Century Fox, que continuaba la historia de Deadpool en una
secuela mucho más ambiciosa que su primera parte. En esta ocasión, era el turno
para el grupo liderado por Charles Xavier, para cerrar de una vez por
todas las películas precuelas que se ubicaban ahora en una nueva continuidad
tras lo acontecido en X-Men: Días del Futuro Pasado. Para ello,
uno de los guionistas de los anteriores filmes, Simon Kinberg, volvería
a encargarse de la historia, aunque esta vez siendo él el único responsable y
estrenándose a su vez como director. Queriendo volver a adaptar el famoso arco
de los cómics "Dark Phoenix" (adaptado previamente en X-Men:
La Decisión Final en 2006), guionizado por Chris Claremont y
dibujado por John Byrne, ¿sería el segundo intento un éxito para redimir
la adaptación anterior, o por el contrario, sería el producto final incluso
peor que lo realizado más de una década antes?
La historia cuenta cómo los X-Men,
ahora ya populares e idolatrados por todo el mundo, salvan a un grupo de
astronautas de una onda de radiación. En el camino, Jean Grey la atrapa
y, a partir de ahí, comienza a cambiar su carácter, y empieza a perder el
control de sus poderes, debido a que esa onda es en realidad una fuerza cósmica
superior. Es aquí cuando, al descontrolarse y matar a Mística, los
mutantes se dividen en dos grupos: los que quieren ayudarla y los que quieren
matarla. A su vez, un grupo de alienígenas intenta aprovecharse de la situación
para controlar a la entidad cósmica. Huelga decir que, si bien en esta ocasión
hay algo más de parecido a los cómics en el inicio de la historia, poco acaba
teniendo que ver el material adaptado con el original, mostrando al espectador
una cinta de menos de dos horas de duración, llena de sinsentidos y con
personajes muy olvidables. El ritmo es atropellado y pasan demasiadas cosas
demasiado rápido, no dando tiempo a asimilar todo lo que va ocurriendo en
pantalla, pero sin tener la suficiente consistencia para mantener la atención
del público. Asimismo, los problemas acaecidos con motivo de la compra de 20th
Century Fox por parte de Disney hicieron que se tuvieran que
regrabar escenas y cambiar partes de la historia, lo que sin duda empeoró el
producto final.
Los personajes son un
despropósito a todos los niveles, pues están muy desdibujados en comparación
con anteriores entregas de la franquicia. No solo es eso, sino que los actores,
pese a que intentan hacer todo lo posible a nivel interpretativo, no se
encuentran en su mejor momento, notándose demasiado que están incómodos durante
las grabaciones. También, los villanos de la historia no solo únicamente
horribles al no tener trasfondo, sino que no tienen personalidad y sirven a la
trama para tener algo a lo que pegar.
En cuanto a los efectos
especiales y secuencias de acción, hay que dar un punto negativo. Si bien es
verdad que en muchas escenas hay efectos visuales bastante solventes, en otras
es todo lo contrario, pues el espectador se encontrará durante el visionado con
momentos bastante cuestionables a nivel cualitativo, debido a una falta de
enfoque en las escenas, lo que empeora este apartado. Del mismo modo, las
secuencias de acción son bastante malas, principalmente debido a la
inexperiencia de Simon Kinberg como director. Además, el vestuario y
maquillaje es de los peores de toda la saga, pues no solo los trajes utilizados
durante la historia son horribles, sino que también la caracterización de
algunos personajes como Mística o Rondador Nocturno es vaga y da
indicios de la dejadez que fueron adquiriendo con el paso de las películas.
En cuanto a la banda sonora, aquí
contribuye Hans Zimmer, un aclamado compositor de bandas sonoras,
perfectamente de los más conocidos y venerados en la industria. Es por eso que
en este apartado el producto presentado es sobresaliente, teniendo temas que,
si bien pueden no ser tan recordados como otros de la franquicia, la aportación
musical a la historia la eleva más de lo que se merece, siendo este el mejor
punto a destacar de esta entrega.
En conclusión, X-Men: Fénix
Oscura es un despropósito a todos los niveles, pues no solo presenta
una historia terrible, aburrida y llena de agujeros de guion, sino que los
personajes están totalmente desdibujados, pese a que el elenco hace lo posible
por llevarlos a flote. Además, las secuencias de acción son muy malas y los
efectos visuales no destacan lo más mínimo pese a ser solventes, siendo el
único punto positivo la excelente banda sonora presente.
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