¨Mutantes, desde que se
descubrió su existencia se les ha mirado con miedo, suspicacia e incluso con
odio. Por todo el planeta se ha abierto el debate: ¿Son los Mutantes el
siguiente eslabón de la cadena evolutiva o simplemente una nueva especie humana
que lucha por su lugar en el Mundo? En cualquier caso, es un hecho
histórico que la generosidad para compartir el mundo nunca ha sido una
característica del ser humano¨. Con este discurso se daba la entrada en el
año 2003 a la secuela de X-Men, estrenada unos años antes y, que junto
con Spider-Man del 2002, daba comienzo a las adaptaciones
cinematográficas de superhéroes en el siglo XXI. En ambos casos los inicios
fueron muy prometedores, haciendo ver a los responsables de las diferentes
compañías la gran rentabilidad que suponía el tener los derechos de personajes
de la factoría Marvel (20th Century Fox los de X-Men y Sony
Pictures los de Spider-Man). Hay que recordar que, hasta entonces
exceptuando a Superman y Batman, cualquier intento de adaptar
héroes de Marvel o DC Cómics a la gran (o incluso pequeña)
pantalla, habían sido un absoluto fracaso, por lo que no es de extrañar que
después de recaudar 296,3 millones de dólares la primera película de X-Men
(con un presupuesto de tan solo 75 millones) y 825,7 millones la de Spider-Man
(con un presupuesto de 139 millones) se diera luz verde a la producción de
secuelas de ambas franquicias.
Es en este contexto en el que se
encontraban los productores de 20th Century Fox donde una vez más
volverían a contar con Bryan Singer en la silla del director (quien se
sentía tremendamente identificado con los temas de odio y rechazo que trataban estos
personajes, al él haber sufrido discriminación por su orientación sexual) para
que les trajera otro éxito asegurado. Así fue como se comenzó el rodaje de la
que se titularía como ¨X-2: X-Men United¨, la cual basaría su
trama en el cómic guionizado por Chris Claremont (también conocido como
¨El Patriarca Mutante¨) e ilustrado por Brent Eric Anderson.
En esa historia se narra cómo los X-Men tienen que hacer frente al
reverendo William Stryker (quien asesina a su esposa e hijo, por ser este
último un mutante), un humano supremacista que odia a los mutantes por el
simple hecho de ser diferentes al Homo sapiens. Este, junto con los Purificadores,
humanos que tienen las mismas convicciones que él, intentan acabar con el Homo
superior de cualquier manera, no sin antes experimentar con algunos de
ellos.
En lo referente al largometraje
de 2003, queda claro que se toman los elementos centrales del cómic para crear
su propia historia, estando en este caso a la altura de las expectativas. Como
tema principal, nuevamente el espectador se encontrará con el rechazo y odio de
los humanos hacia los mutantes y viceversa, donde en ambos bandos se busca una
inminente guerra de la que no pueden ocurrir más que innumerables bajas. Es
aquí donde la trama brilla donde no lo hacía la de la cinta anterior, pues aquí
la complejidad narrativa es superior. No solo hay un mayor elenco de personajes,
sino que las tramas secundarias de estos están mejor escritas, con menos
agujeros de guion y siendo a su vez, mucho más interesantes. Asimismo, hay un
aumento en la acción, la cual está perfectamente intercalada en materia
narrativa con situaciones tensas, generando mayor incertidumbre en el
espectador.
Al mismo tiempo, y con un mejor
guion (escrito en esta ocasión por David Hayter, Dan Harris y Michael
Dougherty), los personajes son más complejos y presentan un mejor
desarrollo. Además de destacar las caracterizaciones de Ian McKellen (Magneto),
Patrick Stewart (Profesor X), y Hugh Jackman (Logan/Lobezno),
que ya deslumbraban en la anterior entrega, hay que mencionar también el
increíble trabajo que realizan Famke Janssen (Jean Grey) y Halle
Berry (Ororo Munroe/Tormenta), quienes además tienen un mayor tiempo
en pantalla. Asimismo, el villano William Stryker presenta motivaciones
claras y concisas, lo que lo convierten en un personaje tridimensional y temible,
dispuesto a todo por lograr sus objetivos. Por otro lado, y pese a tener tramas
interesantes, los personajes de Pícara, Bobby Drake y Pyro
tienen muy poco tiempo en la cinta, por lo que no se consigue aprovechar al
máximo su potencial, algo en parte entendible debido al gran plantel de actores
que presenta esta secuela con respecto a su predecesora. En el caso concreto de
Rebecca Romijn-Stamos como Mística, se nota que sirve únicamente
al propósito del filme, no teniendo gran importancia más que como acompañante
de Magneto. Del mismo modo y al igual que sucedía en el largometraje anterior,
el personaje más desaprovechado es el interpretado por James Marsden (Scott
Summers/Cíclope), quien tiene demasiado poco tiempo en pantalla y es
completamente eclipsado por Hugh Jackman (Logan), sentándose
así las bases de la franquicia para con su protagónico y liderazgo del equipo,
en contraposición al Cíclope de los cómics, quien es el líder nato del
grupo.
Relativo a los efectos visuales,
hay que aplaudir incluso a día de hoy por el trabajo sobresaliente que se realizó
junto con el de maquillaje. Si bien en la entrega pasada se cumplía con los estándares
del cine de acción de la época, en esta ocasión se potencia todo, teniendo
secuencias que no solo han envejecido de maravilla, sino que sobresalen mucho más
que algunas de películas posteriores a esta. La escena de apertura con Rondador
Nocturno (quien presenta un increíble proceso de caracterización), el
ataque a la Mansión-X y el 3º acto en su conjunto, demuestran que
incluso más de 20 años después, sigue siendo todo un deleite audiovisual
disfrutar de esta obra.
La banda sonora, al igual que el
resto de elementos del filme aumenta en escala, contando en esta ocasión con John
Ottman como el compositor de la misma. Como curiosidad, él es el compositor
encargado normalmente de este apartado en los largometrajes dirigidos por Singer,
debido a la amistad entre ambos. El tema principal de la cinta no solo es un
deleite sonoro, sino que refleja muy bien el ideal de buscar la coexistencia
pacífica que presenta el grupo de mutantes, hasta tal punto que se convertiría
en posteriores películas en el tema más icónico de la franquicia. Respecto al
resto, el trabajo sigue siendo sobresaliente, al contar con melodías
reconocibles y que generan en el espectador tensión en las secuencias establecidas
para ello.
En definitiva, X-Men 2 no
solo es una película más ambiciosa que la primera entrega, sino que además es
superior en todos los aspectos. Si la primera conseguía establecer las bases de
la saga, esta logra crear un mejor producto, con una mejor historia, banda
sonora, efectos visuales y secuencias de acción, además de una narrativa y
desarrollo de personajes más complejo. Todo ello deja al espectador con un muy
buen sabor de boca para continuar con la siguiente película de la franquicia,
aunque eso es ya es una historia para otra ocasión.
¨Nosotros no desapareceremos,
ahora mueve usted¨. - Charles Xavier (X-Men 2).



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